[D&D-A] - Llegada a Portuaria

En esta entrada recapitulo nuestra sesión del 24/1/2013, en la cual los aventureros finalmente llegaron a la ciudad costera de Portuaria y pudieron entrevistarse con el capitán Madwick. Descansos perturbados, frías recepciones y la primer pista tras la sombra de Denkel.



La sesión comenzó con nuestros aventureros acercandose a la gran ciudad de Portuaria. Iluminada por linternas abastecidas con subterráneos engranajes de maná, el perfil de la ciudad (con sus desparejos y desgatados edificios de tres o cuatro pisos, sus altas torres para anclar naves voladoras, y sus extensos puertos) contrastaba con el obscuro mar de la bahía. Una agradable briza marina, aún fría por la reciente tormenta, limpia sus pulmones del acinado aire de los túneles y los llenaba de vitalidad. 
Valyghar nunca había visitado personalmente Portuaria, sus compromisos militares nunca lo habían llevado allí y, en cambio, lo habían mantenido ocupado en las fronteras de Yakharüm. Sin embargo, sus conocimientos locales se mantenían al día sobre las más importantes problemáticas locales. 
Portuaria se encontraba en el centro de su propia guerra privada, una silenciosa guerra de corporaciones y comerciantes, entre los dos poderes económicos más importantes de la Bahía Dentada. Por un lado, la Coalición Mercante, oriunda de Portuaria y formada para representar los intereses de sus comerciantes en sus muchas exportaciones hacia al resto de Arcadia y, por sobre todo, a los pueblos presentes en su costa oriental (como aquellos de los que provenían, originalmente, nuestros aventureros). Su símbolo era el barco mercante, su principal medio de comercio, y sus integrantes solían organizarte en una forma gremial-asamblearía que pretendía (y mayoritariamente conseguía) proteger a sus miembros. 
Del otro lado se encontraba el recientemente formado Trono de Comercio. Tras la Guerra contra los No-Muertos (ocurrida hace unos 20 años) buena parte del norte de Arcadia, más allá de las Cordilleras Solemnes, quedó devastado. Darheim y sus alrededores fueron los últimos lugares en caer a la amenaza no-muerta y, tras la guerra, fueron un puñado de comerciantes locales adinerados los que llevaron acabo la mayoría de su reconstrucción. En agradecimiento, los habitantes de Darheim aprovecharon la agran autonomía política de la que gozan los pueblos sin jueces y le otorgaron a dichos comerciantes el vitalicio título de "Condes". Desde entonces, los Condes han continuado utilizando sus recursos y redes de comercio para ayudar en la reconstrucción de Darheim (ahora apodada "el diamante negro de la Bahía Dentada") y han formado, para ello, el Trono de Comercio, una corporación de comerciantes de organización fuertemente verticalista. A diferencia de la Coalición Mercante, el Trono de Comercio opera principalmente haciendo uso de naves voladoras propulsadas por engranajes de maná, lo cual le da una mayor eficacia y margen de operabilidad que a la Coalición Mercante. Gracias a esto, en su corta existencia el Trono de Comercio ha ganado mucho terreno sobre la Coalición Mercante. Y también, en este sentido, la "guerra" entre ambas facciones (más allá de diversos métodos de sabotaje, intimación y bloqueo) se ha centrado en la arena político-jurídica: el intento de la Coalición Mercante de acercarse a personalidades políticas para  propulsar leyes de impuesto a las naves voladoras...y la obvia resistencia, en los mismos términos, del Trono de Comercio.

Tras explicarle todo esto a Alexander brevemente, los aventureros caminaron por las serpenteantes calles adoquinadas de Portuaria hasta encontrar una posada donde pasar la noche. Tal posada fue la posada de las Dos Campanas, un pequeño edificio de tres pisos bastante añejado, con un comedor en la planta baja y tres pisos de habitaciones y dispensas. Un posadero gordo y calvo atendía la barra en compañía de un sabueso durmiente, y miró sorprendido el terrible aspecto de los aventureros (sucios, heridos, cansados y hambrientos). Alexander no perdió tiempo en enumerarle a toda velocidad y en tono monocorde las cosas por las que habían pasado, y en pedir la mejor habitación y el más suculento banquete. Asediado y atónito, el posadero dirigió la mirada a Valyghar en una instintiva búsqueda de explicaciones...pero éste, agotado y sin mucho humor, se limitó a aclarar (en el mismo tono seco que su compañero) que querían camas separadas. 

Los aventureros pasaron a la suite principal, una espaciosa habitación con baño incorporado y todo tipo de muebles, situada en el tercer piso del edificio y con una ventana que permitía ver toda Portuaria. Incluso en aquel momento, naves voladoras surcaban los cielos, anclando, partiendo, saliendo y entrando de Portuaria.
Valyghar observó esto pensativamente durante un momento, antes de desplomarse sobre una de las enormes camas y desvanecerse por un momento. El cansancio acumulado, las múltiples batallas, las varias heridas, la perdida de su apreciada armadura (reliquia de los tiempos de fundación de Arcadia y memento de Tunnelaria), la revelación de Alexander como usuario de magica prohibida, lo dicho en las cartas que encontraron, el estrés físico de millas corriendo y caminando; todo aquello combinado había operado como un potente somnífero sobre el agotado guerrero.  
Alexander, por su lado, optó por aprovechar las instalaciones y relajarse con un cálido baño. Los brillantes azulejos que rodeaban una pequeña bañera (aunque enorme para las instalaciones habituales de este tipo de lugares) lo separaban de su compañero, dándole algo de intimidad para reflexionar sobre lo que había ocurrido, y lo que ocurriría. Sin embargo, hacía ya dos años que no gozaba de verdadera intimidad en sus reflexiones. Un escalofrío corrió por todo su cuerpo, mientras la temperatura del agua bajaba drasticamente hasta tornarse helada. Susurrante con una insidiosa voz burlona, la voz del pasado lo asaltaba con preocupantes acusaciones: - "Te has revelado frente a él y con ello has perdido sus últimos remanentes de confianza, ¿lo sabés, verdad?. A sus ojos, eres una monstruosidad, un peligro latente...pronto a estallar. Tal vez no lo haga ahora, no puede permitírselo  pero ambos sabemos que él terminará entregándote  delatándote, oponiendosete. Es una cuestión de tiempo, únicamente  Deberás enfrentarte con Valyghar, lo quieras o no.Y lo sabés." - Pero Alexander no se dejó intimidar y, tras un corto silencio, tan solo respondió: - "Yo he eljido confiar en él." - tras lo cual la voz del pasado se esfumó entre risas insultantes. 

Las angostas calles de Portuaria
Valyghar se despertó con el sonido de alguien llamando a la puerta. Una mucama gnoma, con bastantes años encima, traía una carretilla con varias bandejas y todo tipo de manjares. Valyghar le dejó una buena propina y se despidió de ella, no sin antes preguntarle donde podía conseguir alguna poción curativa, a lo cual la gnoma no supo responder. Alexander salió luego del baño, haciendo cortos comentarios sobre lo fría que estaba el agua y con su largo cabello envuelto con un ridículo rodete. 
Los agotados aventureros devoraron su merecido almuerzo en forma desaforada. En algunos momentos, Alexander intentaba comenzar a una conversación, pero se encontraba unicamente con evasivas respuestas de un Valyghar aún consternado y confundido por lo ocurrido durante el día, sin el menor deseo de hablar al respecto. Finalmente, y tomando en consideración los eventos ocurridos, Alexander le pidió a Valyghar que le enseñase a usar la espada, alegando que Valyghar había demostrado ser "masomenos hábil con la espada". Pero el comentario fue recibido con otra evasiva, y tras un corto "Mañana lo hablamos.", ambos aventureros terminaron su cena en completo silencio y se dispusieron a dormir. 

Despertaron en el hermoso mediodía de su quinta día de viaje. Valyghar optó por tomarse un baño y ocupó dicho tiempo reflexionando sobre la semana que había pasado y las peligrosas derrotas que parecían comenzar a acumularse sobre las espaldas del grupo, ¿cómo debían ser interpretadas? ¿culpa, mala suerte o, por el contrario, la buena fortuna de sobrevivir a tales adversidades?. Aún se encontraba meditando sobre estos asuntos cuando, al salir del baño, encontró a Alexander releyendo obsesionadamente las cartas que habían encontrado en el escondite (y que había tomado de entre las cosas de Valyghar). El arquero no podía evitar preguntarse por el destino de los individuos mencionados en las cartas. ¿Seguirían, acaso, vivos? Buscarlos por los nombres que aquí aparecían sería peligroso, sino imposible o simplemente inutil. Personas así probablemente habrían comenzado a ocultar sus identidades incluso mientras estas cartas estaban siendo escritas. Tan solo Rhadika, su maestra, podría tener alguna idea de lo que había sido de ellos. 

El transe de cada uno se rompió por el incómodo silencio que se había levantado entre ambos. Tal vez para romper el silencio fue que desviaron su atención hacia el cofre, cerrado y encantando con un hechizo de alarma, que habían rescatado del Eterno Vigilante. Pero, tras dedicarle apenas un momento, Valyghar se vistió, equipó por completo (recordando los incidentes en Argos) y se excusó diciendo que iría en busca de pociones curativas. Para cuando llegó a la planta baja del edificio, el posadero lo siguió con la misma mirada extrañada con la que lo había recibido. Valyghar se le acercó y, tras disculparse por el brusco modo en que llegaron, le pidió que cuidase de su compañero. -"El es ... algo especial"- llegó a decir un momento antes de que la alarma mágica del cofre comenzara a resonar por toda la posada, confundiendo aún más al extrañado (y ya un tanto atemorizado) posadero. 

Grossmer, Capitán de Portuaria
Valyghar decidió probar suerte con el curandero militar para conseguir las pociones que venía necesitando. Caminó un poco hasta encontrar un par de soldados a los cuales preguntó por indicaciones y, si bien estos no le creyeron en primer instancia que se trataba del León de Argos, tan solo hizo falta que Valyghar los intimidase un poco para que estos lo llevaran al fuerte de Portuaria. El Ejercito Regular se asenta en Portuaria alrededor de un gran bastión de piedra rígida y diseño bastante estoico, situado cerca de la costa y los muelles. Con varios pisos de altura, dicho bastión posee grandes barracones y altas torres que le permiten vigilar en forma panóptica el resto de la porblemática ciudad. Valyghar atravezó el pesado portículo de acero y tuvo que esperar en una suerte de recepción durante unos minutos antes de que un soldado le dijese que el Capitán Grossmer lo aguardaba en sus aposentos. Esto se ubicaban en lo más alto de la torre más alta del fuerte y despedían un cálido clima de opulencia, ligeramente desordenada. Altas bibliotecas llenas de  pergaminos y cuadernillos, un fino tapete rojo, un extenso escritorio y una alta ventana al mar terminaban por coronar la habitación. 

Grossmer recibió a Valyghar en forma correcta, invitándole un trago y ofreciéndole un asiento, pero sin las pompas y el animo al que éste podría haberse llegado a acostumbrar. La expresión del Capitán de Portuaria era más bien de disgusto, llegando a rozar con la agresión. No perdió el tiempo en charlas casuales o banalidades y rápidamente se dirigió a Valyghar en un tono serio (casi amenazante): había escuchado de los problemas que parecían seguirlo desde Argos hasta Lansdow y no quería que dichos problemas se asentasen en Portuaria. Rápidamente enumeró una serie de complicaciones (la derrota frente al asesino del Fenix Negro en Argos, los problemas con Nemfre, los subsecuentes enfrentamientos en Lansdow e, incluso, la casual tormenta sin precedentes que pareció salir a su encuentro) y aclaró que la situación de Portuaria era, por lejos, una de las más complicadas de toda la Bahía Dentada. Contrabando, robo y extorsión eran parte de los crímenes que la ciudad debía enfrentar cotidianamente con un personal insuficiente y Grossmer no quería añadirles los extraños problemas que parecían perseguir al famoso capitán. La mera presencia de Nemfre, quien hubiese llegado a Portuaria poco antes que Valyghar, ya había alterado en exceso el clima cotidiano de la ciudad. Valyghar escuchaba en silencio, extremadamente serio. Tras un breve silencio, Grossmer ofreció a Valyghar asistirlo con las provisiones y bienes que necesitase, siempre y cuando partiese de Portuaria en la primer oportunidad. Valyghar mantuvo su seriedad y con un tono profundo, templado para no ceder terreno en años de situaciones similares, aceptó los términos, saludó formalmente a su par y se retiró del establecimiento con los bienes necesitados. 

"Ballena Blanca"
Para cuando Valyghar volvió a la Posada de las Dos Campanas, Alexander se entretenía examinando el extraño anillo que habían conseguido en su camino desde Lansdow (y que había desencadenado sus enfrentamientos contra las arañas). Tras utilizar las pociones conseguidas para curarse, los aventureros hicieron uso de otro de los objetos que habían conseguido en sus aventuras de años anteriores: las Hadas del Fauno, tres mágicas hadas con distintivas habilidades que dormían en un estuche de cuero grabado, similar a un contenedor para mapas. Una de ellas poseía la habilidad de identificar los más extraños objetos con tan solo examinarlos, trasmitiendo mentalmente toda la información relevante sobre ellos a los aventureros. Tras someter el anillo a dicho proceso, los aventureros descubrieron que se trataba de un anillo camaleoníco, un especial tipo de anillo mágico muy difundido entre los insurgentes durante el Anómicus y que era utilizado para camuflar a su portador y permitirle pasar desapercibido entre multitudes. 

Hecho esto, ambos aventureros tomaron sus cosas y salieron de la posada con la intención de encontrar aquello por lo cual habían venido hasta esta ciudad: el pequeño barco mercante del Capitán Madwick. 
Encontrar el barco no fue demasiado difícil  tan solo hicieron falta algunas preguntas en el mercado y en los
puertos para que Valyghar y Alexander dieran con "La Ballena Blanca" y su avejentado, pero firme y fortachón, capitán esperándolos. Si bien la embarcación era pequeña, se las ingeniaba para transportar una buena cantidad de bienes y mercancia, con una tripulación de menos de una decena de sujetos. Madwick, por su parte, tenía la contextura física de alguien que ha pasado toda su vida entrenando el cuerpo con la rutinaria exigencia del diligente trabajo marino. Invitó a los aventureros a que lo acompañasen a su camarote, una "amplia" (para las medidas de un barco de este tamaño) habitación que se elevaba por encima de la cubierta principal, donde les invitó algo de beber y les ofreció se sentase en la ancha mesa. 
Madwick decidió saltar directamente al tema que allí los convocaba. No era un individuo rudo, ni mucho menos, pero ciertamente tampoco uno que se anduviera con muchas vueltas. Valyghar le explicó a Madwick (y en el proceso también a Alexander, quien hasta este momento lo desconocía) que se encontraba en una misión secreta por orden del General Grognard, tras la fachada de unas simples vacaciones. 

Así, el Capitán de Argos, comenzó un breve recuento de los eventos que los habían llevado hasta aquí: explicó como,  hacia varios días, el pueblo de Morwold había sido reiteradamente atacado por una tribu gnoll que metódicamente secuestraba halflings con determinadas características físicas. Cuando, hacía una semana ya, Alexander y Valyghar habían atacado la guarida gnoll y liberado a los hobbits prisioneros, habían encontrado allí una carta (que ahora mostraba a Madwick) firmada con las siglas "S.L". que hablaba de la inminente llegada a Morwold del hobbit Edmund Denkel, presuntamente muerto hacía un par de meses. Si bien dicha llegada nunca se había concretado, el hecho de que sujetos capaces de organizar y doblegar clanes gnolls tuvieran la certeza de que estaba vivo y en movimiento, era algo para tener en cuenta. 

Camarote de Madwick
Madwick comprendió inmediatamente la seriedad de la situación y comenzó (probablemente motivado por su afecto tanto a Grognard como a Denkel) a hablar en un tono serio y taciturno, casi melancólico. Explicó que él efectivamente había traído al hobbit a la Bahía Dentada hacía dos años, desde las costas sureñas de Arcadia hasta el puerto de Fondaria. Aparentemente, el hobbit poseía familía aquí en la Bahía, en el pueblo de Dellmid y habría venido a realizar ciertas investigaciones en la zona. Comentó que, si bien el viaje desde el sur hasta Fondaria no era demasiado largo, la naturaleza mercante del barco lo obligó a hacer múltiples paradas en varios puertos, prolongando la estadía del hobbit con la tripulación. Madwick caracterizó a Denkel como un hobbit muy enérgico y parlanchín...casi "demasiado" enérgico  Pero su falta de maldad y general buen humor le ganaron la amistad de toda la tripulación antes de que sus excéntricas maneras agotasen su paciencia. En este sentido, había sido de capital importancia la forma en que Denkel solía entretener a la tripulación contando todo tipo de historias (algunas incluso verdaderas, según él decía) sobre el origen de Arcadia y los tiempos previos a las Guerras del Orden, o bien sobre los temas que el venía a investigar a la Bahía. Según el capitán de la "Ballena Blanca", Denkel parecía obsesionado con los orígenes de Arcadia y con la partida de los Elfos en partícular, repitiendo reiteradamente que "si conseguía entender por qué los Elfos se habían ido, conseguiría entender por qué los Jueces se habían quedado". Fue entonces cuando Madwick dejó escapar el segundo trozo de información que Alenxader desconocía: le preocupaba de sobremanera que el juez Montag hubiese certificado falsamente la muerte del hobbit. Efectivamente, hacia ya algunos meses, Montag habría comunicado personalmente (cosa bastante para el recluido Juez) a Grognard la muerte de Denkel. Sin embargo, la temática y alcance de las investigaciones del hobbit, sumadas a la posible falsedad de su muerte y la mentira del Juez...le daban a Madwick la certeza de que había algo profundamente problemático en el origen de todo esta situación. 
Alexandar escuchó atentamente todo esto, pero prefirió no profundizar (de momento) en el tema. En cambio, preguntó a Madwick si Denkel había hecho alguna mención de la "rima de Thoral", la cual aparecía mencionada en la carta que habían encontrado. Madwick respondió que efectivamente recordaba que Denkel había mencionado ese nombre, y que tenía alguna relación con los Elfos...pero no podía recordar si se trataba de un lugar élfico o un elfo de particular importancia. 

Tras dicho comentario, los tres sujetos quedaron silenciosamente contemplando sus propios pensamientos. Recordando, indagando, conjeturando. Tras unos breves momentos de silencio, Madwick se excusó diciendo que debía terminar de preparar el barco y les informó a los aventureros que zarparían durante la noche. Estos recibieron de buen grado la noticia: Valyghar seguía sin armadura y las horas que le quedaban al día eran más que suficientes para hacer una visita al mercado local. 

Notas para recordar:
  • Los aventureros llegan a Portuaria y consiguen hablar con el Madwick, capitán del barco mercante "La Ballena Blanca".
  • Madwick habría traído a Edmund Denkel a la Bahía Dentada hacía dos años. Denkel estaba interesado en estudiar los origines de Arcadia y, en particular, a los Elfos. Solía decir que: "si entendía por qué los Elfos se habían ido, podría entender por qué los Jueces se habían quedado".
  • Madwick recuerda que el término "Thoral" (mencionado en la carta) hace referencia o bien a un lugar elfico, o bien a un elfo en particular. 
  • Grossmer, Capitán a cargo de Portuaria, ha recibido de muy mala gana a Valyghar, pidiendole que abandone su ciudad. No quiere saber con los "extraños problemas" que parecen seguir al Capitán.
  • La "Ballena Blanca" zarpará hacia Fondaria durante la noche.
  • Se encuentran en el 5° día de viaje.